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Embriagado de amor

Embriagado de amor (Punch-Drunk Love), de Paul Thomas Anderson (Estados Unidos/2002), 95 min. Con Adam Sandler, Emily Watson y Philip Seymour Hoffman.

Embriagado de amor

2 thoughts on “Embriagado de amor

  1. Quiero decir que “Embriagado de amor” de Anderson me gustó mucho. Me impactó la estética de la película, efectos visuales como pantallas blancas o super iluminadas por el sol y la música también es muy importante. Me cuesta definir a la música pero me da la sensación de sonidos y también ruidos metálicos muy fuertes y hasta diría angustiantes sobretodo en las partes en que el personaje principal, Barry, se encontraba preso de algunos de sus ataques de ira o preocupado, enojado hasta “brotado” diría. La música es otra cuando Barry apuesta a encontrar la felicidad en el amor de la compañera de trabajo de una de sus siete e invasivas e irrespetuosas hermanas , que no hacen otra cosa más que tirarle abajo su poca autoestima. También quiero destacar la bella y sencilla imagen del encuentro de la pareja en el hotel de Hawai. Empaticé totalmente con el protagonista, que está muy bien actuado por Sandler, con su inocencia con respecto a la compra exorbitante de productos para obtener suma de millas para llegar a canjear por un pasaje para viajar, y su poco adecuado atuendo para atender en un negocio de repuestos sanitarios o algo así. También es de destacar la reacción de sus empleados que lo siguen en todos sus desplazamientos la mayor parte de las veces alocados. Hay más para escribir pero no quería dejar pasar de anotar estos detalles que me quedé saboreando durante la semana, de esta peli que me pareció muy tierna. Carmen

  2. ¿Quién es toda esa gente que pasa mientras nosotros nos besamos? Éste podría bien ser el epígrafe de la bella secuencia del encuentro en Hawai de Barry y Lena. ¡Al fin!
    Paul Thomas Anderson dispone sabiamente en un crescendo toda la serie de recursos y tópicos relativos al primer encuentro amoroso (o Primer Beso) a lo largo del minuto y 10 segundos que dura la escena: la espera de él (nervioso, se acomoda el saco), la llegada de ella (un contraplano sobre frondoso fondo vegetal, obscuro, que permite resaltar la blancura de ella, de su atuendo algo etéreo), subiendo la escalera, caminando hacia él sobre una alfombra, casi como una novia. Las hesitaciones acerca del modo de saludarse, finalmente superadas para fundirse en ese abrazo y beso interminables, que culmina en ese plano a contraluz con mar hawaiano de fondo que permite distinguir nítidamente la figura de un corazón formándose entre sus dos perfiles. Todo esto, bajo el influjo de la bella melodía “He needs me”, cantada por Shelley Duvall.
    Hasta aquí, más de lo visto. Sin embargo, hay en todo ello una especie de deslizamiento irónico, no exento de ternura, subrayado por los vaivenes –literales- de los enamorados mientras se besan, el pasar incesante de personas ¿de dónde salieron? por el fondo, ¿que vendría a ser el lobby del hotel?? Sin contar con la velocidad a la que llega “la novia”, o el hecho de que la canción pertenezca a la banda original de Popeye, y que la que canta sea Olivia, en el film. Y, lo que es sabido, que el Príncipe (del traje) Azul es un neurótico, tímido, mandoneado por sus siete hermanas y con serios problemas para comunicarse, mientras que su Dama –que lleva la delantera al comienzo del film y en varias ocasiones-sea rubia y de ojos azules, sí, pero con un expresivo rostro que la asemeja más a un clown que a la consabida Princesa.
    En esta trama de sutiles superposiciones, descentramientos y desplazamientos de sentidos, muchas veces lo que se dice o se hace es un lugar común y a la vez, una verdad profunda, que sale de lo más hondo del corazón y de la experiencia humana. Así es como ésta, por momentos aparente comedia romántica podría transformarse, tal vez, en un estudio de caso acerca de los poderes liberadores de la experiencia amorosa.

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