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Los límites del control

Los límites del control, de Jim Jarmusch (Estados Unidos/2009), 116 min. Con Isaach De Bankolé, Alex Descas y Jean-François Stévenin.

Los límites del control

4 thoughts on “Los límites del control

  1. “Usted no habla español, ¿verdad?”

    Una película minuciosa, rígida y, en su totalidad, controlada.
    Jarmusch nos va guiando por un camino marcado por el ritmo de la repetición. Un viaje estático y contemplativo por España. Es como una búsqueda del tesoro. Las pistas están ahí, obvias, frente a nosotros, repitiéndose una y otra vez, en canciones y conversaciones para que no se nos ocurra salirnos del mapa.

    Un hombre con una misión misteriosa se va encontrando con una serie de personajes extraños/ilusorios/fantasmagóricos/irreales, con los que intercambia una caja de fósforos con un papel dentro. Cada uno de éstos personajes vomita un monólogo sobre el Solitario acerca de diferentes nociones culturales básicas, tan oscuras como los dos cafés que bebe constantemente. Los escuchamos divagar acerca del cine, lo bohemio, la música y la ciencia. Toda la película mantiene el espíritu de una metáfora a tempo de dos horas.

    Finalmente, el Solitario se encuentra frente a quien maneja los hilos de toda la comparsa, el Poder en la representación carne y hueso, el núcleo del hombre corriente y racional, a quien estrangula con la mayor sutileza, logrando oprimir al opresor. El control y sus limites terminan siendo tan frágiles como la vida de un hombre. Las intenciones finales del director, de hablar sobre una rebelión internacional de la imaginación, el arte y la libertad contra aquellos que se creen en posesión del control del mundo, quedan bastante claras. Jarmusch, refleja que tanto el hombre bohemio, como la fuerza de la subjetividad y el arte que proclama, son más poderosas que la razón humana, por eso es como, desde su visión, él se declara ganador.

    Al final, Solitario no es un gángster americano como se preguntan los niños españoles, sino un salvador de los patrimonios culturales. La película queda totalmente alejada de cualquier parecido con aquellas de acción y tiroteos, asesinos privados y chorros de sangre. La violencia es silenciada como por una almohada y lo único que deja chorrear son los silencios.

    No me pareció digna de aplausos ni mucho menos. Creo que tanto control llega a un punto tan irreal como casi desesperante, sobretodo si después de tanta espera a Bill Murray lo matan después de tres palabras. Pero al margen de eso, me quedo con algo que dijo la Rubia: “Las mejores películas son como los sueños que no estás seguro de haber tenido”; a mi me pasa todo el tiempo, ¿a ustedes?

  2. Un hombre “que no habla español” frente a dos idénticas tazas de café. Un hombre instado a usar imaginación y habilidad en pos de una misteriosa misión que lo lleva a digerir papelitos y cambiar de piel. Un hombre y un recorrido por lugares y personajes, intercambiando claves en cajitas de fósforos. Un hombre solo, sin armas, sin celular, sin sexo.
    Un hombre sin palabras, desvelado, atando cabos, recurriendo a técnicas de autocontrol como entrenamiento para acabar con quien tiene el control.
    Los informantes que aportan pistas parecen representar esa realidad subjetiva a la que hace referencia quien encarga la misión. Cada uno sostiene un argumento ilusorio: la música que queda guardada en la memoria de los instrumentos, el cine como una mezcla de realidad y sueños, la ciencia y la posibilidad de reconstruir a través de las moléculas lo roto, las actitudes de bohemios y artistas, las alucinaciones, las imágenes que se reflejan en los espejos. Todo eso que atenta contra el mundo real, todo lo que el poder no puede controlar.
    La película se sostiene sobre un fuerte planteo estético: la fotografía, los encuadres, los planos, la iluminación, la comparación de los cuadros del museo con su correlato en la realidad. Hay objetos y frases que se repiten y combinan como secuencias visuales y sonoras generadoras de sentido, como si fueran piezas de un rompecabezas que deben encontrar su correspondencia en una anterior para poder “calzar” y ser interpretadas. Confieso que en la comprensión de esos sentidos me quedaron un par de puntos sin cerrar.
    En relación al género se me ocurre más filosófica, existencial que policial.

    Los cantadores flamencos versan “El que se cree grande que vaya a los cementerios” el hombre solitario cumple lo encomendado y culmina (no se sabe bien como) burlando la seguridad y enviando al otro mundo, con una cuerda de guitarra, al controlador. Todo impecable, sin sangre, sin arrugarse el traje.
    Papel en blanco y tela en blanco muestran el fin, ya no hay claves, el trabajo fue terminado ¿Acaso el triunfo de lo subjetivo sobre lo real? ¿Acaso una ilusión momentánea de poder evadirse del control? Me queda flotando una frase que se repite a lo largo de la película “El universo no tiene centro ni bordes, la realidad es arbitraria” Será, entonces, en este universo sin límites donde seguiremos construyendo nuestra propia realidad.

  3. El extranjero

    Ajeno a lo que lo rodea, ensimismado y a la vez al acecho, el hombre atraviesa espacios impersonales, silentes, deshabitados. Especies de laberintos.
    Se instala a veces en ellos, pero siempre de paso, desapegado con las cosas, con los seres que le salen al encuentro ¿Señuelos, cómplices, espías? Él parece saberlo, pero no con certeza…
    ¿Usted no habla español? La pregunta, repetida cada vez desde el comienzo, subraya esa distancia insalvable (posiblemente, en sus circunstancias, más que un límite, una ventaja)
    El hombre, negro, opaco, impenetrable, tiene una misión. Un trabajo asignado, al modo de los héroes antiguos, por medio de pocas frases enigmáticas que necesitan traducción y que funcionan al modo de poéticas sentencias, cuyas claves pareciera él buscar en las imágenes que observa en los museos.
    Las frases, repetidas a cada encuentro, van jalonando el viaje, como las canciones, esas saetas flamencas tan despojadas y enigmáticas como todo lo demás. Y él medita, en los museos, en la noche, en los movimientos del tai chi, abstraído del mundo y sus avatares, hasta que llega el momento de la acción,- limpia, perfecta- que no pone en juego tampoco ninguna de sus emociones: “la venganza no sirve para nada”.
    El mundo ¿inalcanzable? : “A veces es mucho más real el reflejo que lo reflejado” se dice por ahí. Tal vez más que de los límites del control la película nos propone una reflexión acerca de los límites de la percepción y de lo que llamamos “realidad”.

  4. Hermoso film que nos muestra y recordarnos que fuimos niños. Una pelicula que representa al propio cine irani, narrando la historia de una niña de 8 años en la busqueda de conseguir un pez dorado y en los obstaculos que dificultan su objetivo. Actuaciones increibles con escenarios unicos para mostrarnos un universo humano lleno de curiosidades

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